Una semana antes del Ironman de Lima 2025: el desgarro que no me rompió
David nos cuenta como fue su experiencia antes de competir en un Ironman y como su lesión le hizo aprender algo nuevo para él.
-
ENDUSPORTS SA
Por David Zamora
El 20 de abril del 2025 es una fecha que difícilmente voy a olvidar. Estaba exactamente a una semana del Ironman 70.3 de Lima, una carrera que había estado preparando con disciplina, pasión y mucha cabeza durante meses. Como triatleta y entrenador, sabía que estaba llegando en un pico físico y mental que pocas veces había experimentado. Todo parecía alineado. Hasta que no lo estuvo.
Durante una sesión de carrera, sintiendo el ritmo, la fuerza en cada zancada y visualizando ese último kilómetro junto al mar de la Costa Verde… pasó. Una punzada aguda, seca, en la parte posterior del muslo. El tipo de dolor que uno, con experiencia, reconoce al instante. Desgarro. El diagnóstico lo confirmó: desgarro del isquiotibial, 8 milímetros. A siete días de la largada.
El golpe emocional
Podría decir que lo tomé con calma. Pero no sería honesto. El primer día fue devastador. Como atleta, sentí que me arrebataron la carrera. Como entrenador, me costaba aún más aceptar que no había hecho nada "mal" técnicamente. Fue uno de esos momentos donde el cuerpo simplemente pone un freno que la mente no ve venir.
Me invadió la frustración, la tristeza y, sobre todo, la duda. ¿Qué mensaje le estaba dando a mis atletas? ¿Cómo puedo enseñar resiliencia si me cuesta encontrarla para mí?
El punto de inflexión
No tardé en darme cuenta de que este desafío era una prueba diferente. Tal vez incluso más difícil que los 1.9 km de natación, 90 km de ciclismo y 21 km de carrera. Esta vez la prueba no era cruzar una meta, sino redefinirla.
Empecé a trabajar en dos frentes: el físico y el emocional.
La recuperación física
Con el apoyo de mi equipo médico y fisioterapéutico, arrancamos una recuperación inmediata y agresiva (en el buen sentido). Electroestimulación, crioterapia, terapia manual, trabajo de movilidad y, sobre todo, paciencia.
Hoy, casi mes y medio después, ya estoy trotando suave, fortaleciéndome progresivamente y cuidando cada paso. El músculo sanará, como lo ha hecho otras veces. Pero esta vez estoy atendiendo no solo el músculo, sino el origen del desequilibrio, los pequeños avisos que quizás pasé por alto por estar tan enfocado en competir.
La recuperación mental
Aquí es donde el verdadero trabajo se ha hecho. Hablar con más coach de la empresa, compartirlo con mis atletas, escribir esto. Aceptar que no todo se trata de rendir, sino también de enseñar con el ejemplo. Hoy soy un entrenador que les puede hablar a mis triatletas no solo de tiempos, FTP o zonas de frecuencia cardíaca, sino de frustración, miedo, humildad y resiliencia. Y eso, para mí, tiene un valor enorme.
He vuelto a nadar con más presencia, a pedalear con más agradecimiento y a correr —aunque sea lento y poco— con más amor. Esta lesión me recordó que el triatlón no me define, pero sí me transforma. Y que las carreras seguirán allí. Pero esta batalla interna me ha hecho crecer más que cualquier medalla.
Lo que sigue
El Ironman de Lima 2025 no fue mío. Pero mi historia no termina ahí. Ya estoy trazando nuevos objetivos, enfocándome en regresar más fuerte, más sabio y más completo. Porque si algo he aprendido en este proceso, es que el cuerpo se recupera. Pero el espíritu, cuando se fortalece desde el dolor, se vuelve inquebrantable.
Gracias a todos los que me han acompañado. A mis atletas, gracias por enseñarme que uno no necesita estar en la línea de salida para seguir siendo parte del juego.
Nos vemos pronto… en la próxima meta.